miércoles, 20 de febrero de 2013

BARRIO PAMER


BARRIO PAMER
            Nos gustaba jugar a la pelota. Teníamos lugares de sobra para hacerlo. Incluso un amplio predio de nuestra casa era un potencial campito de fútbol. Alguna que otra vez El Viejo se metía con nosotros y superando sus problemas en una pierna se entreveraba para hacernos más felices. Él lo sabía.
            En esa casa amplia había lugar para la abuela, su suegra, que se encargaba de plantar verduras y exquisitas frutillas, cuidar de árboles frutales como durazneros, un ciruelo, higuera, níspero y criar pollos y gallinas, entreverados nosotros entre dos perros, el salchicha y el galgo. Y más lugar para recibir a familiares y compartir asados a la sombra de los árboles.

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