BARRIO
PAMER
Durante unos diez años nuestro hogar
se trasladó al Barrio Pamer, en una de las casas propiedad de la Fábrica papelera, bien
junto a ella. El Viejo se levantaba poco más de las 6 de la mañana y se metía
de lleno en la fábrica. Volvía a casa sobre el mediodía para el almuerzo y
regresaba al trabajo. Algo más allá de las 3 de la tarde partía en su verde
Nash K 90.939 rumbo a Mercedes para seguir trabajando, esta vez como
funcionario municipal, en la
Intendencia de Soriano. Regresaba a casa a la noche,
pasándonos a buscar a nosotros y nuestra madre para volver a casa. Otras veces
se quedaba un rato en el Hogar Español, para darle al taco de billar, que le
encantaba.
Su ritmo de vida estuvo marcado por
el trabajo. Estaba en lo que le gustaba, es verdad. Su trabajo era más de
intelecto que físico. De cualquier modo, eran muchas horas a diario. No
recuerdo escucharle una queja.
Tal vez esos largos años de doble
trabajo le pasarían factura. Encima, por épocas, le llegaban otros trabajos
particulares, siempre relacionados con su rubro. Diplomas, dibujos, retratos,
caricaturas, óleos y hasta familiares reclamando su destreza, como así mismo
nosotros, sus hijos, pidiendo algún consejo.
Cuando los años vienen llegando uno se va dando cuenta
del esfuerzo de nuestros viejos. Horas más horas trabajando. Esa valoración
llega después y resulta emocionante comprenderlo. Esfuerzo para mantener su
grande familia, para absorber el peso económico del hogar y permitir que su
esposa dedicase su tiempo a la casa y a los críos que van creciendo. En la
práctica nos dejó demostrado el ejemplo, uno más que hoy por hoy nos cuesta
mismo a nosotros llevarlo adelante de igual modo.
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