POESIA DEDICADA A W.M.
Wilson
Armas Castro escribió:
“SANTO DOMINGO
(fragmento para “Pocho” Marotta)
La
torcaza y el biguá
El ciervo y el doradillo
Viven libérrimamente
Bajo un gran cielo celeste;
Sobrevuelan las llanuras
De chanáes y charrúas
Que murieron por sus tierras
En fieras confrontaciones.
El indígena sospecha
Que algo ocurre en sus dominios,
Pero lejos de saber,
Lo envuelven con viejos trucos.
Es la historia que se viene
Amontonando su escoria
Para que el juego del siglo
La convierta en una gloria.
El hombre blanco, europeo,
Occidental y cristiano,
Llega en carabelas blancas
Con la cruz y la palabra.
Pero a la cruz la acompañan
La pica y los arcabuces
Para rubricar en ley
El mandato de un gran rey.
Son halcones rapaceros
Que buscan fáciles presas,
Aventureros famosos
Respaldados por pendones.
La palabra de Dios suena
Como clarín altanero
En el bosque adormecido
Lugar de paz y sosiego.
La india con su marido
Cuidan a su pichoncito
Para que viva contento
Apegado a su terruño.
Empieza a formarse la trama,
La india, el niño, el guerrero,
Defienden su propio suelo.
Muy cerquita, en la Colonia ,
Los portugueses se instalan,
Resuenan los arcabuces
En el aire enrarecido.
Y se torna conflictiva
La tirantez de poderes;
Tordesillas es una línea
Muy difícil de ubicar;
La manejan los de arriba
Según venga la ocasión.
Cede España un par de grados
Que Portugal aprovecha
Y surge una férrea puja
En mantener extensiones…
El Chaná nada comprende
De subterráneas maniobras;
Las potencias se manejan
Con códigos muy estrictos.
Él, ingenuamente asiste
Como presa, sorprendida;
y sin saber lo han metido
y sin saber lo han metido
En un juego entretenido.
Y desde que el mundo es mundo
Los poderosos resuelven:
Arman y desarman siempre
El ajedrez de la historia.
Hoy, en el año dos mil,
Terminada la retórica,
Portuguesa y española,
Se pone en tela de juicio
El problema del lugar.
Y se cuestiona la fecha
En que se fundó Soriano,
Y si ese nombre proviene
De algún lugar italiano.
Y no se ponen de acuerdo
En este punto tan vano;
Si fue en el veinticuatro
-de mil seiscientos-,
O cincuenta años después,
Serán algunos papeles
Que alguien miró al revés.
Muy poco agregan o quitan
Los encargados del pleito,
Al acto fundacional
En esta Banda Oriental.
Al rampante corcel blanco
Del Escudo de Soriano
No se le puede mover
Y menos modificar
Aunque los críticos digan
Que es caballo pitucón:
Yo digo que es redomón
Este caballito blanco.
Es un acierto total
El emblemático Escudo:
Bien lo saben los de aquí.
Y aquel que se precie de bueno
Que se deje de remilgos
Porque nadie negará
QUE LA PATRIA NACIÓ AQUÍ
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