lunes, 4 de febrero de 2013

HOMENAJE DEL SEMANARIO "ENTREGA 2000" DE MERCEDES POR EL PROF. ALFREDO SÁEZ SANTOS


HOMENAJE DEL SEMANARIO “ENTREGA 2000” DE MERCEDES
            W.M. por el Prof. ALFREDO SÁEZ SANTOS:
            “SE FUE WILDE… Y SU CABALLITO HERÁLDICO MUTÓ EN PEGASO
            Soriano, con la muerte de Wilde Marotta, perdió un gran artista plástico. ¿Nosotros?, un amigo inolvidable! El dibujo y la pintura le apasionaron y juntos los reunió en recordables obras: retratos, paisajes, testimonios históricos, siempre con afanes hacia el Realismo, aunque en estos últimos años la pasión por el color y sus misterios lo cautivaron, explorando singulares experiencias no figurativas.
            El Orejano de Mercedes
            Fue un orejano, no sujeto a frenos agudos ni marcas en el autodidactismo cerril de su garbo. Esto es, no condicionarse en exceso frente a las normas de inflexibles escuelas. Formidable individualista de fisonomía casi hosca que mimetizaba un corazón de pan, fue asaz díscolo de someterse a las tertulias academicistas, más allá de las necesidades gregarias de la buena educación, potenciada con amplio espíritu dadivoso hacia todos.
            Producto de su arte, imaginería y estudios concienzudos en el arte de la heráldica, ganó el Concurso para que Soriano ostente ¡el más hermoso de los escudos departamentales!, orgullo de su palmarés e hijo predilecto de su vocación, impulsada por razonables y equilibradas autoestimas, necesarias a la humana condición, expresas en forma directa o tácitas.
            Cuando ya impuesto y afianzado el blasón terruñero en el alma colectiva, necesarios revisionismos, que se justifican en las detectivescas alquimias del saber y la verdad, alcanzaron también la discusión de la veracidad de los emblemas cimeros de la simbología, saltó Wilde con la furia de un rayo olímpico defendiendo, con derecho de paternidad, la filiación auténtica de su vástago, herido en el debate y en el pronunciamiento de los sabios del cortejo de Clío, la musa de la Historia.
            Y hubo de incursionar, guerrero casi desarmado en el noviciado de historiador amateur, trashumante de cien archivos de la Banda Oriental, del Imperio de los Braganza y los Alcántara, de Santa María de los Buenos Aires y del de Indias sevillano, España, para intentar demostrar que su criatura no era hija de una gestación anómala. Solo. Y con sus propios recursos, espirituales y materiales. Más la fe que le irradiaba la querida Chunga, esposa ejemplar. Así editó ese catálogo testimonial que es “Los Indios Mansos” de Villa Santo Domingo Soriano, obra de obligada consulta para quienes se catequizan con los sucesos de los tiempos pretéritos en el suelo donde nació la patria. Fue sin duda un esfuerzo mayúsculo de búsqueda historiográfica por un infatigable y terco campeador.
            Poseía otra virtud no muy común entre los hombres de la carbonilla. El trazo lineal, justo, libre, firme, conducido por los resplandores que dan riendas precisas a un espejo mágico. Con rasgos mínimos era capaz de “fotografiar” a cualquier prójimo. En la Sala de la Libertad del Partido Colorado, calle De Castro y Careaga entre las de Colón y 18 de Julio, hay un gran mural con núcleo generador en la imponente figura central de Don Pepe Batlle, sobretodo imperial y alrededor el pueblo batllista con complementarias estampas periféricas de la promoción laboral que orientó el colosal estadista fundador activo de la social democracia. Para mí era un deleite visitar el ex El Radical de los amigos del Club Defensa, para escudriñar entre la multitud pintada por Wilde Marotta, el rostro de tantos conocidos, salvando distancias, con la estrategia de Diego Velázquez auto apareciendo en el cuadro de la familia real de Carlos IV, entre meninas y bufones, en un agrisado pero referencial cuarto plano, pincel y caballete a la mano.
            La semana pasada Wilde nos dejó. Su corazón era de Chunga y de la pintura. Sus ojos, los dos varones; y su alma, ahora protege el crecimiento terrenal de Camilo, Marcos, Josefina… Su arte descansa en Paz y vivirá por siempre cada vez que todo uruguayo nacido en la bendita tierra de la gran rinconada meridional del Uruguay y el Negro, se reconozca en el coqueto caballito blanco galopando, libre y esbelto, bajo la tutela de una fecha, plumas nativas y la salutación del laurel de Dafne… que ni Apolo solar pudo vulnerar la virginidad de la belleza pura en las praderas de la fertilidad”.
                                   Alfredo Sáez Santos – 23 febrero 2007, páginas 165 a 168 del coleccionable “Todo Soriano”, como homenaje a W.M. En las otras páginas su Historia de Vida, Antepasados y el Escudo de Soriano.

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